2014 🇯🇴 🇮🇱 Jordania y Jerusalén

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Un Viaje Inolvidable por la Mágica Jordania – De Antiguas Ciudades a Desiertos Eternos

https://youtu.be/SodJT65HjO4

Día 1: De España a Ammán – El Inicio de la Aventura

Todo comenzó el 25 de junio, saliendo de casa hacia Madrid. Dejamos el coche en el parking del Hotel Hilton Aeropuerto por solo 32 euros la semana – una ganga, ya que te llevan y recogen del aeropuerto sin complicaciones. Volamos con Royal Jordanian hacia Ammán, cenando a bordo mientras el sol se ponía sobre el Mediterráneo. Al llegar, el personal del tour nos esperaba para guiarnos con el cambio de moneda: unos 100 euros en dinares jordanos para el visado, que cuesta 40 dinares por persona. Curiosamente, es gratis para grupos de más de cinco si entran y salen el mismo día – un detalle práctico que refleja la hospitalidad jordana.

Nos alojamos en el Arena Space Hotel, un 4 estrellas con una ubicación perfecta para la vida nocturna, aunque algo alejado del centro. La noche en Ammán es como un susurro de historia moderna entre ruinas antiguas, con calles llenas de luces y aromas a especias. Poco sabíamos que esta ciudad, conocida en la antigüedad como Filadelfia bajo los romanos, ha sido habitada por asirios, babilonios, persas, griegos y más, un mosaico de civilizaciones que se siente en cada esquina.

Día 2: Ammán, Jerash y Ajlún – Tesoros Romanos y Vistas Eternas

Después de un desayuno reconfortante, nos sumergimos en Ammán. Empezamos por la Ciudadela, un sitio que ha visto pasar milenios: desde los asirios hasta los omeyas. ¿Sabías que aquí se encontró una estatua de Hércules que podría haber medido hasta 13 metros de altura, una de las más grandes de mármol del mundo antiguo? Es impresionante imaginarla vigilando la ciudad. Luego, el Museo Arqueológico, repleto de artefactos que cuentan historias olvidadas, como reliquias neolíticas que datan de hace 7500 años en sitios cercanos.

No podíamos dejar el Teatro Romano, un anfiteatro del siglo II con capacidad para 6000 personas, excepcionalmente preservado. Un detalle poco conocido: en su cima había un santuario con una estatua de la diosa Atenea, ahora en el museo, destacando la conexión religiosa de estos teatros. Hoy, alberga un pequeño museo de tradiciones folclóricas jordanas, mezclando lo antiguo con lo vivo.

Continuamos a Jerash, la «Pompeya del Este», parte de la Decápolis romana. Fundada por veteranos de Alejandro Magno alrededor del 63 a.C., pero habitada desde el Neolítico. Caminamos por la Puerta de Adriano, el Hipódromo, el Teatro, el Ágora, el Cardo Máximo y los templos de Zeus y Artemisa. Una anécdota fascinante: durante la era bizantina, se convirtieron iglesias aquí, y se han encontrado mosaicos que revelan cómo la ciudad floreció como centro comercial, con acueductos ingeniosos que abastecían fuentes públicas. Es una de las ciudades romanas mejor conservadas del Próximo Oriente, y pasear por sus columnas es como retroceder en el tiempo a un bullicio de carros y mercaderes.

Almorzamos en un buffet por unos 12 dinares (alrededor de 13 euros), similar a lo que pagarías si no lo tienes incluido. Luego, al Castillo de Ajlún, construido en 1185 por un sobrino de Saladino para proteger minas de hierro y rutas comerciales contra los cruzados. Reconstruido por mamelucos en el siglo XIII, se asienta sobre ruinas de un monasterio bizantino. Poco conocido: sus torres permitían señales de fuego que llegaban hasta Damasco en horas, un sistema de comunicación medieval ingenioso. Las vistas desde la cima son panorámicas que te roban el aliento, abarcando valles verdes y montañas.

Regresamos a Ammán, cenamos y tomamos un taxi al centro por 3 dinares tras regatear. No hay un bazar como en Estambul o El Cairo, pero cerca de la Mezquita del Rey Hussein hay mercados vibrantes. La gente es increíblemente amable, y no sentimos ningún peligro – Jordania es un abrazo constante.

Día 3: De Ammán a Petra – Mosaicos, Montes Sagrados y Castillos Olvidados

Salimos temprano hacia Madaba, la «Ciudad de los Mosaicos». En la Iglesia Ortodoxa de San Jorge, admiramos el mapa-mosaico del siglo VI, el más antiguo del Tierra Santa, con más de dos millones de piezas. Representa desde el Nilo hasta el Mediterráneo, y un detalle curioso: muestra Jerusalén con el Cardo como eje, pero orientado al este para resaltar la Iglesia del Santo Sepulcro. Fue redescubierto en 1896 durante la construcción de la iglesia actual, y aunque gran parte se perdió, revela precisiones geográficas asombrosas para su época.

Luego, el Monte Nebo, donde Moisés vio la Tierra Prometida antes de morir. Con 800 metros de altura, en días claros ves Jericó, el Mar Muerto e incluso partes de Jerusalén. Anecdota bíblica: su tumba se mantuvo secreta para evitar idolatría, como cuando los israelitas adoraron el becerro de oro. Los franciscanos custodian el sitio desde 1933, y hay mosaicos bizantinos que cuentan historias de caza y vida cotidiana, un vistazo a la era paleocristiana.

Continuamos al Castillo de Shobak, o Montreal, construido en 1115 por Balduino I de Jerusalén durante las Cruzadas. Enclavado en una ladera, su exterior impresiona, pero el interior está en ruinas – pronto podría cerrarse por derrumbes. Poco conocido: controlaba rutas de peregrinación entre Egipto y Siria, y fue capturado por Saladino en 1189 tras un asedio, con un gesto final de respeto mutuo entre enemigos.

Llegamos a Little Petra, o Siq al-Barid, un suburbio nabateo del siglo I d.C. para caravanas. Menos espectacular que Petra, pero con canales de agua ingeniosos y espacios para beduinos hasta hace décadas. Se cree que albergaba mercaderes, con extensas áreas para camellos. Un secreto: sus fachadas esconden triclinios (salas de banquetes) con pinturas raras, únicas en el mundo nabateo.

Nos alojamos en el Panorama Hotel 4 estrellas, un laberinto con recepción en la planta 11, piscina y vistas espectaculares. Dormir aquí es como flotar sobre el desierto.

Día 4: Petra, la Ciudad Rosa – Un Día Entero en la Maravilla Nabatea

¡El clímax! Nos dirigimos al centro de visitantes de Petra, la «Ciudad Rosa». Montamos a caballo 300 metros hasta el Siq, pagando 2 dinares de propina.

El desfiladero es hipnótico, con colores en la roca que cambian con la luz. Al final, emerge el Tesoro, tallado por nabateos en el siglo I a.C. como tumba real – no un tesoro, como se creyó. Un mito: se dice que beduinos disparaban a su urna superior buscando oro escondido.

Exploramos las Tumbas de Colores, la Calle de las Fachadas, el Teatro (único tallado en roca, para 7000 espectadores) y subimos andando 850 escalones al Monasterio (en burro por 7 dinares).

Impactante: mide 50 metros de alto, y se cree era un templo al dios Dushara. Poco conocido: Petra controlaba el comercio de especias, con sistemas hidráulicos que recolectaban lluvia en cisternas – ingeniería que permitió una ciudad en el desierto. Solo el 15% está excavado; el resto, secretos bajo la arena.

Comimos cerca de la subida al Monasterio, vimos las Tumbas Reales y, al atardecer, tomamos un refrigerio con vistas al Tesoro. Caminamos solos por el Siq, solo interrumpido por calesas. Petra no es solo piedra; es el eco de caravanas perdidas.

Día 5: Wadi Rum y Regreso a Ammán – El Desierto de Lawrence

Salimos a Wadi Rum, el «Valle de la Luna», famoso por Lawrence de Arabia. En 4×4 con beduinos, exploramos arenas rosadas y formaciones graníticas modeladas por eones. ¿Sabías que tiene petroglifos de civilizaciones prehistóricas, datando de hace 12,000 años? Durante la Gran Revuelta Árabe, Lawrence usó sus cañones como base para ataques a trenes otomanos.

Tomamos té en una jaima, almorzamos pinchitos en un campamento. Algunos se quedaron, pero nosotros volvimos a Ammán para el viaje a Israel.

Día 6: De la Frontera a Jerusalén

Salimos a las 6 de Ammán hacia la frontera con Israel. Tras papeleo y un bus, nos recibió nuestro guía Sergio. Tardamos hora y media pasando por Jericó, la ciudad más antigua del mundo. Llegamos a Jerusalén, dividida en cuatro cuartos en la Ciudad Vieja: Judío, Musulmán, Armenio y Cristiano. ¿Sabías que las murallas actuales, de Solimán el Magnífico en el siglo XVI, encierran un kilómetro cuadrado de historia? La ciudad ha sido destruida 23 veces, pero siempre renace.

Aquí te cuento ese día, en la ciudad Santa: Jerusalén – Un Viaje al Corazón Sagrado

Día 7: De Ammán a España – Fin de una Epopeya

Traslado al aeropuerto y vuelo de regreso. Jordania me dejó lleno de arena roja e historias eternas. ¿Te animas a vivirlo?

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