2025 🇦🇱 Albania

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De Tirana a Shkodër, entre Colores y Leyendas

En junio de 2025 cruzamos la frontera montenegrina hacia Albania, un país que en solo 30 años ha pasado de ser el estado más aislado de Europa a un destino vibrante, colorido y lleno de historias épicas. Nuestra ruta de cuatro días comenzó en la capital y ascendió al norte, combinando el renacimiento urbano de Tirana con la herencia heroica de Lezhë y la leyenda trágica de Shkodër. A continuación, un relato formal y ampliado, con curiosidades que enriquecen cada parada.


Tirana: La Capital que Pintó su Propio Renacimiento

Tirana, con 970.000 habitantes, es una de las capitales más jóvenes de Europa: fundada en 1614 por el general otomano Sulejman Bargjini, no fue capital hasta 1920. Durante el régimen de Enver Hoxha (1944-1985), la ciudad se cubrió de hormigón gris y 173.000 búnkeres. En 2000, el alcalde y artista Edi Rama (hoy primer ministro) lanzó el proyecto Tirana Color: fachadas pintadas en tonos psicodélicos que simbolizan la ruptura con el pasado. Hoy, el 70 % de los edificios del centro lucen murales geométricos, flores y hasta frases de poetas albaneses.

Plaza Skanderbeg, el corazón geométrico de la ciudad, mide 40.000 m² y está rodeada por:

  • Museo Nacional de Historia (500 ALL / ~4 €): Mosaico ilirio del siglo IV a.C. y la espada original de Skanderbeg.
  • Mezquita Et’hem Bey (1789): Frescos otomanos que sobrevivieron al ateísmo estatal.
  • Torre del Reloj (1822): Parada durante el comunismo, fue reparada en 2015 por un adolescente de 14 años usando tutoriales de YouTube.

Bunk’Art 2 (500 ALL): Búnker antinuclear de 106 habitaciones bajo el Ministerio del Interior. Incluye la suite de Hoxha con teléfono rojo directo a Moscú y una sala de operaciones quirúrgicas.

El Pirámide de Tirana (1968): Mausoleo de Hoxha abandonado en 1991. En 2025 sigue cerrado al público, pero los jóvenes lo escalan ilegalmente por una escalera lateral para ver el atardecer. El gobierno planea convertirlo en centro cultural en 2026.

Montaña Dajti (1.613 m): Teleférico de 15 minutos (1.000 ALL ida/vuelta). En la cima, el Dajti Ekspres Restaurant sirve fërgesë (pimientos asados con queso) con vistas a la ciudad.

Gastronomía:

  • Komiteti Bar: Antiguo bar clandestino, hoy museo de raki (aguardiente) con 40 variedades. Prueba raki mjaltë (con miel) y byrek me spinaq.
  • Mullixhiu: Estrella Michelin albanesa. El chef Bledar Kola reinterpreta el tavë dheu (cazuela de cordero) con espuma de yogur.

Alojamiento: The Plaza Tirana (4★), en la plaza principal. Habitaciones con balcón a la mezquita (120-180 €).


Lezhë: El Santuario de Skanderbeg

A 65 km al norte de Tirana, Lezhë es una ciudad de 15.000 habitantes encaramada en una colina estratégica sobre el río Drin. Aquí reposan los restos de Gjergj Kastrioti “Skanderbeg” (1405-1468), el héroe que detuvo al Imperio Otomano durante 25 años con solo 10.000 hombres.

El Mausoleo de Skanderbeg (1981) ocupa el solar de la antigua catedral de San Nicolás, destruida en 1478. La tumba exacta del héroe sigue siendo un misterio: sus soldados la escondieron para evitar profanaciones otomanas. El casco con cabeza de cabra (símbolo nacional) se exhibe en el Museo de Viena, pero una réplica exacta está en el mausoleo.

Vistas desde la terraza:

  1. Río Drin: Donde Skanderbeg hundió una flota otomana en 1457.
  2. Mar Adriático: Ruta de los refuerzos venecianos.
  3. Montañas de Mirdita: Refugio de las guerrillas albanesas.

Datos prácticos:

  • Entrada gratuita (donativo recomendado: 200 ALL).
  • Horario: 9:00-19:00 (verano).
  • Guía local Luan Hoxha (habla español): 10 € por grupo.

Gastronomía:

  • Restaurant Skënderbeu: Tavë kosi (cordero al horno con yogur), plato favorito del héroe. Mesa junto al ventanal con vista al mausoleo.
  • Bar Rozafa: Café turco en tazas de cobre, tradición del siglo XV.

Tradición viva: Los viernes al atardecer, ancianos cantan Kënga e Skënderbeut (balada épica de 500 versos). Lleva amapolas silvestres: es costumbre dejarlas en la estatua.


Shkodër: El Castillo de Rozafa y la Leyenda que Llora

A 35 km de Lezhë, Shkodër (90.000 habitantes) es la capital cultural del norte albanés. Su Castillo de Rozafa, en una colina rocosa sobre la confluencia de los ríos Drin, Buna y Kir, fue fundado por los ilirios en el siglo IV a.C. y fortificado por venecianos y otomanos.

La leyenda de Rozafa: Tres hermanos construían el castillo, pero las murallas se derrumbaban cada noche. Un sabio exigió sacrificar a la primera esposa que trajera comida al día siguiente. Los dos mayores avisaron a sus mujeres; el menor, Rozafa, no. Al ser emparedada viva, pidió dejar un ojo, una mano y un pecho libres para ver, acariciar y amamantar a su bebé. Desde entonces, las paredes “lloran” gotas de agua calcárea, conocidas como las lágrimas de Rozafa.

Qué ver en el castillo (300 ALL / ~2,5 €):

  • Tres cámaras subterráneas: Prisiones otomanas con grafitis de 1689.
  • Museo del Castillo: Armas de Skanderbeg y mosaico veneciano.
  • Vistas al Lago Shkodër: El mayor de los Balcanes (370 km²), frontera natural con Montenegro. Hábitat de pelícanos ceñudos.

Túnel secreto: Un pasadizo veneciano (siglo XV) conecta el castillo con la ciudad. Acceso restringido, pero visible desde el mirador.

Gastronomía:

  • Restaurant Rozafa: Tave krapi (carpa del lago con nueces y ajo). Terraza con vistas al castillo.
  • Pasticeri Italiana: Helado artesanal desde 1934, receta traída por emigrantes de Puglia.

Alojamiento: Hotel Colosseo (3★), a 10 minutos a pie del centro. Habitaciones con balcón al lago (60-90 €).


Consejos prácticos para Albania

  • Moneda: Lek albanés (ALL). 1 € ≈ 125 ALL. Tarjetas aceptadas en ciudades; lleva efectivo en pueblos.
  • Transporte:
    • Furgon (minibús) Tirana–Lezhë–Shkodër: 400 ALL por trayecto.
    • Alquiler de coche: 30 €/día (carreteras mejoradas, pero sinuosas).
  • Idioma: Albanés. El italiano es común en el norte; el inglés, en Tirana.
  • Mejor época: Mayo-junio o septiembre-octubre (20-25 °C, menos turistas).

Albania no es solo un destino: es una lección de resiliencia. En Tirana, los colores gritan libertad; en Lezhë, la colina susurra resistencia; en Shkodër, las piedras lloran sacrificio. Un país que en tres décadas ha convertido búnkeres en museos, dictaduras en democracia y leyendas en orgullo nacional. Un viaje que comienza con un café turco en la plaza Skanderbeg y termina con el eco de una balada épica en la colina de Rozafa: así es Albania, cruda, colorida y profundamente humana.

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