2018 🇰🇭 Camboya

2018 🇰🇭 Camboya

Camboya: Templos Eternos, Selvas Vivientes y Comunidades Flotantes

Un viaje profundo por el corazón khmer – Siem Reap y sus alrededores (2018)

Camboya no es solo un destino; es una experiencia que se despliega en capas de tiempo. Desde las ruinas majestuosas de Angkor —donde la piedra dialoga con raíces centenarias— hasta las aldeas flotantes del Tonle Sap, donde la vida se adapta al pulso de las aguas, este país revela un equilibrio único entre patrimonio ancestral, resiliencia humana y transformación natural. En cinco días intensos, con Siem Reap como epicentro, exploramos el legado del Imperio Khmer, sus expresiones artísticas y las comunidades que hoy mantienen vivas tradiciones milenarias.


Día 1: Llegada a Siem Reap – Primer contacto con el alma camboyana

El viaje comenzó en Madrid a las 08:45, con escala en Frankfurt y posterior conexión a Ho Chi Minh City antes de aterrizar finalmente en Siem Reap a las 09:40 del día siguiente (hora local, +5 horas respecto a España). El cansancio del vuelo se disipó al cruzar el umbral del Aeropuerto Internacional de Siem Reap-Angkor, un edificio moderno con techos inspirados en los templos khmer y jardines tropicales que anticipan la grandeza histórica que nos aguardaba.

Nos trasladamos al Hotel Holiday, céntrico y funcional, donde dejamos el equipaje en recepción —el check-in oficial no estaría disponible hasta las 14:00—. Sin perder tiempo, iniciamos un recorrido a pie por el núcleo urbano de Siem Reap, una ciudad que ha crecido en torno al turismo pero conserva un encanto provinciano.

Wat Preah Prom Rath: Belleza espiritual en el corazón de la ciudad

Nuestra primera parada fue la pagoda Wat Preah Prom Rath, ubicada a orillas del río Siem Reap y a pocos pasos del Mercado Viejo (Psar Chas). Este monasterio budista theravada, fundado en el siglo XVI y reconstruido en varias ocasiones, es uno de los más bellos y activos de la ciudad.

Sus muros están cubiertos de murales narrativos que ilustran episodios del Jataka (vidas anteriores de Buda), pintados con colores intensos —rojos, dorados, azules— que contrastan con la sobriedad de otros templos. En el viharn principal, estatuas modernas de Buda en diferentes posturas (meditación, protección, enseñanza) conviven con ofrendas frescas de flores de loto y varitas de incienso.

Lo que más nos impresionó fue su función comunitaria: monjes jóvenes impartían clases de inglés a niños locales en un aula abierta al lado del patio, mientras otros practicaban cantos pali. Este espacio no es solo religioso; es un centro de educación y cohesión social en una ciudad que ha visto transformaciones rápidas por el turismo.

Psar Chas: El pulso comercial de Siem Reap

A escasos metros, el Mercado Viejo nos sumergió en la vida cotidiana camboyana. Dividido en secciones, ofrecía desde montañas de frutas tropicales (mangostán, rambután, durian, jackfruit) hasta pescados frescos del Tonle Sap, carnes colgadas al aire y hierbas aromáticas.

En la zona de souvenirs, artesanos locales vendían krama (pañuelos tradicionales a cuadros), esculturas en piedra arenisca inspiradas en Apsaras y piezas de plata repujada. Regatear es parte de la experiencia, pero siempre con respeto y una sonrisa —la amabilidad jemer es genuina.

Almorzamos en un pequeño restaurante junto al río: amok de pescado (curri suave al vapor en hoja de banano), lok lak (ternera salteada con salsa de pimienta de Kampot) y arroz jazmín. Regresamos al hotel para el check-in y, aunque la lluvia monzónica caía con fuerza por la noche, salimos a explorar el centro. Las calles brillaban bajo los neones, y los bares de Pub Street —aún en sus inicios de fama— ofrecían cervezas Angkor frías y música en vivo.


Día 2: Angkor en su esplendor – Ta Prohm, Angkor Thom y el majestuoso Angkor Wat

Este fue el día cumbre. Contratamos un tuk-tuk con conductor local (recomendable por flexibilidad y precio) y salimos a las 06:30 para evitar multitudes y captar la luz dorada del amanecer.

Ta Prohm: El templo abrazado por la selva

Conocido como el “templo de Tomb Raider”, Ta Prohm (siglo XII) es una obra maestra de la naturaleza reclamando su espacio. Construido por Jayavarman VII como monasterio budista, fue abandonado tras la caída del imperio khmer y redescubierto en el siglo XIX cubierto por la jungla.

Hoy, la UNESCO y el APSARA (autoridad camboyana) mantienen un equilibrio deliberado: los árboles kapok y * strangler fig* crecen sobre muros y torres, sus raíces gruesas como serpientes envolviendo bloques de laterita y arenisca. Caminar por sus galerías es como entrar en un sueño arqueológico: techos derrumbados, Apsaras erosionadas, y el sonido constante de cigarras.

“No es ruina; es simbiosis”, nos explicó el guía. Y tenía razón.

Angkor Thom: La gran ciudad fortificada

Desde Ta Prohm, entramos a Angkor Thom (“Gran Ciudad”), la última capital del Imperio Khmer (finales s. XII). Accedimos por la Puerta Sur, flanqueada por 54 dioses y demonios tirando de la serpiente Naga —escena del Batido del Mar de Leche, mito hindú de creación.

En el centro: el Bayón, obra maestra de Jayavarman VII. Sus 54 torres góticas están decoradas con 216 rostros gigantes de Avalokitesvara (bodhisattva de la compasión), sonriendo en todas direcciones. Algunos creen que representan al rey mismo, divinizado. Los bajorrelieves en las galerías externas narran batallas navales contra los cham, vida cotidiana (mercados, partos, juegos) y rituales reales.

Recorrimos también:

  • Phimeanakas: Templo-montaña con leyenda de un rey que debía dormir con una nagí (serpiente mítica) para proteger el reino.
  • Terraza de los Elefantes: Plataforma de 300 metros usada para desfiles reales, decorada con elefantes en relieve.
  • Terraza del Rey Leproso: Con una estatua misteriosa (¿Yama, dios de la muerte?) y frisos intrincados.

Angkor Wat: El alma de Camboya

Tras almuerzo en un restaurante local (sopa kuy teav, pollo con jengibre), llegamos al Angkor Wat —el mayor edificio religioso del mundo (162,6 hectáreas), construido por Suryavarman II (1113-1150) como templo hindú dedicado a Vishnu y luego convertido en budista.

Sus cinco torres en forma de loto simbolizan el Monte Meru, eje del universo hindú. Los 1.200 metros cuadrados de bajorrelieves son una enciclopedia visual:

  • Batalla de Kurukshetra (Mahabharata)
  • Batido del Mar de Leche
  • Ejército de Suryavarman II
  • Cielo e Infierno (con 32 sufrimientos detallados)

Subimos al tercer nivel (solo accesible con pantalones largos y hombros cubiertos) para vistas panorámicas. Al atardecer, desde el estanque reflectante oeste, el templo se tiñó de oro y púrpura. Un momento de silencio absoluto entre cientos de visitantes.

Regresamos al hotel exhaustos. Por la noche, sin lluvia, Pub Street vibraba: música khmer, puestos de nom pang, bares con happy hour y viajeros de todo el mundo.


Día 3: Los templos lejanos – Banteay Srei, Banteay Samre y el grupo Roulos

Este día lo dedicamos a templos menos concurridos, pero de enorme valor artístico e histórico.

Banteay Srei: La “ciudadela de las mujeres”

A 35 km de Siem Reap, Banteay Srei (siglo X) es un joyero en miniatura. Construido en piedra arenisca rosada, sus relieves son los más finos y detallados de todo Angkor: Apsaras danzando, kala (monstruos devoradores), escenas del Ramayana.

Se cree que fue obra de mujeres (de ahí su nombre) por la delicadeza de los tallados. Aunque pequeño, su conservación es excepcional.

Banteay Samre: Elegancia restaurada

Cerca de allí, Banteay Samre (siglo XII) sigue el estilo Angkor Wat pero a menor escala. Restaurado con técnica anastylosis (reconstrucción con piezas originales), destaca por su foso, torres bien preservadas y linteles con escenas de Vishnu durmiendo sobre Ananta.

Grupo Roulos: El origen del arte khmer

Por la tarde, visitamos los templos Roulos (siglo IX), los más antiguos de la zona, construidos bajo Indravarman I:

  • Preah Ko: Seis torres dedicadas a antepasados reales, con relieves de guardianes y flores de loto.
  • Bakong: Primer templo-montaña khmer, con cinco niveles y elefantes en las esquinas. Aún activo, con monjes rezando.
  • Lolei: En medio de un baray seco, con torres de ladrillo y estatuas de toros Nandi.

Artisans d’Angkor: Tradición con propósito social

De regreso, paramos en Artisans d’Angkor, una cooperativa fundada en 1992 para formar a jóvenes camboyanos en situación vulnerable. Recorrimos talleres de:

  • Talla en piedra (réplicas de Apsaras)
  • Laca dorada sobre madera
  • Tejido de seda en telares tradicionales
  • Platería con motivos khmer

Cada pieza lleva el sello de calidad y financia educación y salud. Compramos un krama tejido a mano y una pequeña escultura de Buda meditante.


Día 4: Tonle Sap – El lago que respira

El lago Tonle Sap es el corazón hidrológico del sudeste asiático y un ejemplo único de adaptación humana.

Fenómeno hidrológico excepcional

En estación seca (noviembre-abril), cubre 2.590 km² con apenas 1 metro de profundidad. Durante el monzón (mayo-octubre), el río Mekong empuja agua hacia el Tonle Sap, invirtiendo su flujo y expandiendo el lago hasta 16.000 km² y 9 metros de profundidad. Este pulso anual fertiliza arrozales y sostiene la pesca (70% de la proteína animal en Camboya).

Kompong Phluk: Aldea sobre pilotes

Visitamos Kompong Phluk, una aldea de casas sobre pilotes de hasta 8 metros de altura. Sus habitantes, mayoritariamente de origen vietnamita, viven de la pesca y el turismo sostenible.

Recorrimos en barca estrechos canales entre manglares, pasando por:

  • Casas con techos de hojalata y paneles solares
  • Niños remando a la escuela flotante
  • Redes de pesca y nasas de bambú
  • Un colegio-orfanato con aulas flotantes y biblioteca

Todo funciona con generadores diésel y antenas parabólicas —la modernidad llega incluso aquí.

Vida cotidiana en el agua

Los habitantes usan el lago para bañarse, lavar ropa, cocinar y beber (tras filtración básica). Vimos cocodrilos en granjas familiares (para carne y piel) y mercados flotantes donde se intercambia pescado por arroz.

“El lago nos da todo, y nosotros le devolvemos respeto”, nos dijo una anciana mientras remaba.


Reflexiones finales: Camboya más allá de los templos

Cinco días no bastan para abarcar Camboya, pero sí para intuir su esencia:

  • Resiliencia: Un pueblo que sobrevivió al genocidio jemer rojo (1975-1979) y reconstruye su identidad con dignidad.
  • Sincretismo: Hinduismo y budismo conviven en templos, rituales y arte.
  • Sostenibilidad: Comunidades que viven en armonía con ciclos naturales extremos.
  • Esperanza: Jóvenes formados en artesanías, turismo responsable y educación.

Siem Reap no es solo la puerta a Angkor; es un microcosmos de un país que se levanta, piedra a piedra, sonrisa a sonrisa.


Próximamente en el blog:

  • Vietnam: De la Bahía de Halong al Delta del Mekong
  • Guía práctica: Visados, transporte y recomendaciones para Camboya 2025

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