En 1999, Alemania cerró nuestro periplo europeo con tres experiencias contrastantes: la Catedral de Colonia, que desafía al cielo; un crucero por el Rin romántico, donde cada curva esconde un castillo; y Frankfurt, la metrópoli financiera que late sobre ruinas medievales. Este último día de ruta (Día 7) combinó gótico monumental, mitología germánica y modernidad financiera, todo en menos de 12 horas. Aquí va el itinerario detallado con curiosidades técnicas, leyendas y secretos históricos que convierten cada parada en una cápsula del tiempo.
Colonia – La Catedral que Tardó 632 Años en Completarse
Llegamos a Colonia (Köln) a las 9:00 desde Ámsterdam (4 horas en autobús). La Kölner Dom nos recibió como un gigante de piedra: 157 metros de altura, 86 metros de ancho, 7.000 m² de superficie.
Datos clave de la catedral
- Inicio: 1248 (en el solar de una iglesia carolingia del siglo IX).
- Parón: 1473-1560 por falta de fondos.
- Reinicio: 1842 (impulsado por el romanticismo prusiano).
- Finalización: 1880 (coincidiendo con la unificación alemana).
- Supervivencia: Sobrevivió a 14 bombardeos aliados en la II Guerra Mundial (1942-1945). Las torres se usaron como referencia de navegación.

Curiosidades dentro y fuera
- Relicario de los Reyes Magos
- Capilla dorada (siglo XIII) con huesos de los Tres Reyes (traídos de Milán en 1164).
- Es el relicario más grande de Europa (2,2 m de alto, 110 kg de oro y plata).
- Escaleras a las torres
- 533 escalones en espiral (sin descansos).
- En la cima: vistas a 100 km en días claros (hasta Düsseldorf).
- Vidrieras modernas
- La vidriera sur (2007) de Gerhard Richter: 11.263 cuadrados de vidrio en 72 colores, generados por algoritmo aleatorio.
- Campana de San Pedro (Petersglocke)
- 24 toneladas (la campana más grande que suena libremente).
- Solo toca en Navidad, Año Nuevo y visitas papales. Su sonido en do menor resuena 7 minutos.
Leyenda local: Quien sube las dos torres en un solo día encontrará el amor verdadero… o un infarto.
Crucero por el Rin Romántico – De Boppard a St. Goar

A las 12:00 embarcamos en Boppard rumbo a St. Goar (1 hora río abajo). El tramo entre Bingen y Koblenz es Patrimonio UNESCO desde 2002 por su densidad de castillos (más de 40 en 67 km).

Puntos destacados del crucero
- Roca de Lorelei (Loreley)
- Acantilado de 132 m sobre el Rin.
- Leyenda: Una sirena peinaba su cabello dorado y distraía a los marineros, que se estrellaban contra las rocas.
- Realidad técnica: Corriente de 10 km/h + curva de 90° = zona de naufragios hasta que se instalaron boyas en 1850.
- Estatua de bronce (1984) en la cima.

- Castillos en ruta
- Marksburg (único castillo medieval del Rin nunca destruido).
- Castillo de Katz y Castillo de Maus (enfrentados, construidos por hermanos rivales en 1371).
- Pfalzgrafenstein (en una isla, parece un barco de piedra; usado como peaje aduanero hasta 1876).
Curiosidad vinícola: El valle produce Riesling desde el siglo VIII. Los viñedos en pendientes de 60° se cultivan con monorraíles desde 1950.

Frankfurt am Main – De la Ciudad Imperial a la Capital Financiera
Llegada a Frankfurt a las 16:00. Ciudad de 2.000 años (fundada como campamento romano en el 83 d.C.), destruida en un 90 % en 1944, reconstruida con rascacielos.
Ruta a pie por el centro

- Römerberg
- Römer (ayuntamiento desde 1405): Fachada con balcón de coronación donde los emperadores del Sacro Imperio eran aclamados (hasta 1806).
- Casas de madera reconstruidas en 1986 tras ser demolidas en 1944.
- Kaiserdom St. Bartholomäus
- Catedral gótica (siglo XIV). Aquí se elegían los emperadores del Sacro Imperio (1562-1792).
- Cráneo de San Bartolomé (reliquia en plata, siglo XV).
- Main Tower (200 m, 1999)
- Único rascacielos con mirador público (entrada 9 €).
- Desde arriba: vista del triángulo financiero (Commerzbank, Messeturm, ECB).

- Eiserner Steg
- Puente peatonal de hierro (1869).
- Tradición: Parejas cuelgan candados con sus nombres (más de 20.000 en 2025).

Cena en Sachsenhausen
Barrio de tabernas de sidra (Apfelwein).
- Salchichas Frankfurt con salsa verde (perejil, huevo, yogur).
- Handkäse mit Musik: Queso marinado con cebolla cruda (el “música” es el olor posterior).
Curiosidad financiera: Frankfurt alberga el Banco Central Europeo (torre de 185 m, 2015). El euro se imprime en una fábrica secreta a 30 km.

Regreso con Sabor Local (y un poco de locura alemana)
El autobús del tour nos dejó en la terminal 1 del Aeropuerto de Frankfurt a las doce en punto.
El vuelo salía a las 18:00. Seis horas muertas.
En 1999 no existía aún el check-in online ni el wifi gratuito, así que la idea de quedarnos sentados mirando tiendas duty-free no entusiasmaba a nadie. Nos miramos, contamos los marcos que nos quedaban y tomamos la decisión más sensata del viaje entero:
—Vamos al centro. Comemos salchichas de verdad y volvemos.
Bajamos al S-Bahn, línea S8-S9, dirección Frankfurt-Hauptbahnhof. Once minutos exactos. El tren iba casi vacío y olía a limpio, a esa limpieza alemana que impresiona.
Llegamos a la estación central y caminamos cinco minutos hasta la Kleinmarkthalle, el mercado cubierto que lleva abierto desde 1569 (aunque el edificio actual es de los años 50). Dentro era un festival de olores: pan recién horneado, encurtidos, quesos fuertes y, sobre todo, el humo dulce de las Bratwurst a la parrilla.
Nos sentamos en un mostrador largo de madera que parecía no haber cambiado nunca. Pedimos lo clásico:
- Nürnberger Rostbratwurst (pequeñas, crujientes, con un toque de mejorana).
- Frankfurter Rindswurst (más largas, de ternera pura).
- Una ración de Sauerkraut caliente y mostaza dulce de Baviera.
- Y para beber, Apfelwein (sidra de manzana típica de la región, servida en un vaso de cerámica azul con rombos).
Eran las 15:30. Había que volver. Caminamos rápido hasta la estación… y entonces empezó lo bueno.
El andén estaba rojo y blanco. Literalmente tomado por cientos de hinchas del Eintracht Frankfurt que volvían de un partido fuera. Camisetas, bufandas, caras pintadas, cerveza en la mano y cánticos a todo pulmón.
El tren llegó abarrotado. Imposible mantener la distancia.
Facturamos, pasamos el control y, ya sentados en la puerta de embarque, nos dimos cuenta: llevábamos ocho días recorriendo media Europa y el momento más espontáneo, más auténtico, había sido ese tren lleno de hinchas locos y felices.
Despegamos con el estómago lleno de salchichas, el corazón lleno de recuerdos y la certeza de que, a veces, las mejores historias pasan cuando el itinerario oficial ya ha terminado.
Fin del viaje.
Y principio de una anécdota que seguimos contando veintiséis años después.

Reflexión final:
Alemania nos enseñó que la grandeza no está en la velocidad, sino en la resiliencia. Colonia tardó seis siglos en terminar su catedral, el Rin guarda 1.000 años de castillos, y Frankfurt resurgió de la nada para dominar las finanzas globales. Un país que construye para la eternidad.
