Salímos de España con el corazón latiendo fuerte de emoción, y volvímos con el alma llena de colores, aromas y lecciones profundas. Desde el bullicio de Delhi hasta la espiritualidad eterna de Benarés, fue un torbellino de descubrimientos. Vamos día a día, ¿vale?
Día 1: De España a Delhi – El Comienzo de una Aventura Exótica
Todo empezó en Málaga, donde dejé el coche en el parking NovoParking cerca del aeropuerto. A las 6:30 de la mañana, volé hacia París y luego directo a Delhi. Al aterrizar en el Aeropuerto Internacional Indira Gandhi, un representante de la agencia me dio la bienvenida con un collar de flores frescas, ese gesto tan cálido que te hace sentir como un invitado de honor. Nos trasladaron al hotel Holiday Inn Mayur Vihar, donde caí rendido después de un largo viaje. La India ya me había envuelto en su misterio, con sus luces nocturnas y el eco lejano de cláxones.

Día 2: Explorando Delhi – Mezclas de Historia y Fe
Después de un desayuno revitalizador, conocí a nuestro guía, Anand Soni, un hombre sabio que nos abrió las puertas de esta ciudad caótica pero fascinante. Empezamos por la Vieja Delhi, visitando la imponente Jama Masjid, la mezquita más grande de India, construida por el emperador Shah Jahan entre 1644 y 1656 con un costo de un millón de rupias. Lo curioso es que originalmente se llamaba Masjid-i-Jahan-Numa, «mezquita que refleja el mundo», y fue inaugurada por su primer imán, Syed Abdul Ghafoor Shah Bukhari, cuya línea familiar aún continúa. Allí, nos topamos con los vendedores insistentes, una experiencia que nos acompañaría todo el viaje, pero que forma parte del pulso vivo de la ciudad.

Paramos frente al Fuerte Rojo, un opulento bastión del imperio Mughal, originalmente blanco por su arenisca, pero ahora icónico por su rojo. Se dice que Shah Jahan lo construyó blanco, pero el tiempo y las pinturas lo cambiaron. Luego, un paseo en rickshaw por las calles antiguas, zigzagueando entre el caos encantador. Pasamos a la Nueva Delhi, deteniéndonos en el Raj Ghat, el memorial a Mahatma Gandhi, un simple plataforma de mármol negro que marca el lugar de su cremación en 1948. Curiosamente, el nombre «Raj Ghat» proviene de un ghat histórico en la antigua Delhi, y el sitio incluye memoriales para otros líderes indios. Es un lugar de paz profunda, donde sientes el peso de la independencia india.

Continuamos por la Puerta de la India, el Parlamento y el Palacio Presidencial, antes de llegar al Qutub Minar, la torre de victoria más alta del mundo con 73 metros, construida en 1199 por Qutb-ud-din Aibak. Un detalle poco conocido: se cree que fue inspirada en observatorios antiguos, y su pilar de hierro cercano no se ha oxidado en 2,000 años.

Terminamos en el Gurdwara Bangla Sahib, un templo sij donde entramos hasta las cocinas comunitarias. La religión sij, fundada por Guru Nanak en el siglo XV, es una fusión de elementos sufíes e hindúes, con su libro sagrado, el Granth, escrito en parte por el propio Nanak. El sufismo, que influyó en el sijismo, surgió en Persia para contrarrestar el islam ortodoxo, mezclando ideas zoroástricas y budistas. Allí, en medio del langar gratuito, sentí la verdadera esencia de la igualdad.

De vuelta al hotel, reflexionando sobre cómo Delhi es un tapiz de épocas.
Día 3: De Delhi a Samode y Jaipur – Palacios Escondidos y Colores Rosados
Salimos por carretera hacia Jaipur, pero nos desviamos a Samode, un rincón encantador con el Samode Palace, una fortaleza rajput del siglo XVI convertida en palacio en el XIX. Fue un refugio para maharajás y aristócratas británicos, famoso por sus cacerías en las colinas circundantes, y ahora un hotel de lujo con decoración de espejos y flores omnipresentes. Almorzamos allí y paseamos por el pueblo, donde la gente nos recibió con sonrisas genuinas. Era como entrar en un cuento de hadas olvidado.

Llegamos a Jaipur, la capital de Rajasthan conocida como la Ciudad Rosa por sus edificios pintados en 1876 para dar la bienvenida al Príncipe de Gales, un color que simboliza hospitalidad en la cultura rajput. Fundada por Jai Singh II en el siglo XVIII, está rodeada de colinas con fuertes que inspiran leyendas. Nos alojamos en el Park Regis, listos para más aventuras.
Día 4: Jaipur y el Fuerte de Amber – Elefantes y Estrellas
Temprano, a las 7:30, fuimos al Fuerte de Amber, subiendo a lomos de elefantes como antiguos maharajás, esquivando vendedores. Construido en 1592 por Raja Man Singh, fue originalmente un palacio dentro del fuerte Jaigarh, conectado por pasadizos. Su vestíbulo de espejos ilumina toda la habitación con una sola vela, un truco ingenioso para la realeza. Las vistas desde la cima eran hipnóticas, con Jaipur extendiéndose abajo.

Paramos en el Jal Mahal, un palacio flotante del siglo XVIII inspirado en el Lake Palace de Udaipur, obsesión de infancia de Madho Singh I. Tiene cuatro pisos sumergidos, visible solo uno. Luego, el Palacio de la Ciudad, antigua residencia real ahora museo, construido entre 1729 y 1732 por Jai Singh II. Visitamos el Jantar Mantar, el observatorio más grande del mundo, con 19 instrumentos astronómicos, incluyendo el sundial más grande, preciso hasta dos segundos.

Después de comer, compramos especias y té. Por la tarde, la foto obligada frente al Hawa Mahal, el Palacio de los Vientos de 1799, con 953 ventanas para que las damas reales observaran la ciudad sin ser vistas. Tomamos un refresco en una terraza, cortesía del guía. Compramos saris y asistimos a la ceremonia Aarti en el Templo de Birla, construido en 1988 por la familia Birla en mármol blanco, dedicado a Lakshmi y Narayan. La noche cayó con una paz divina.

Día 5: De Jaipur a Abhaneri, Fatehpur Sikri y Agra – Ciudades Abandonadas y Aljibes Profundos
Rumbo a Agra, visitamos el Chand Baori en Abhaneri, un aljibe escalonado del siglo IX con 3,500 escalones en 13 niveles, profundizando 20 metros, construido por el rey Chand para conservar agua. Luego, Fatehpur Sikri, la ciudad abandonada por Akbar en 1585 por falta de agua, aunque sirvió como capital mogol por 14 años. Mezcla hindú e islámica, con edificios como el Diwan-i-Am y el Panch Mahal. Caminar por sus ruinas era como tocar un sueño efímero.

Llegamos a Agra y nos alojamos en el Howard Plaza – The Fern.
Día 6: Agra y sus Maravillas – El Amor Eterno en Mármol
El highlight: el Taj Mahal, monumento al amor de Shah Jahan por Mumtaz Mahal, construido en 22 años con 22,000 trabajadores. Usó más de 40 tipos de piedras preciosas, y su diseño simétrico incluye ingeniería para protegerse de terremotos. Su belleza al amanecer era etérea, como un susurro del paraíso.

Luego, el Fuerte de Agra, iniciado por Akbar en 1565 como fortaleza defensiva, expandido con mosaicos de mármol. Ofrece vistas mágicas del Taj. Visitamos la Tumba de Itmad-ud-Daulah, el «Baby Taj», construido por Nur Jahan para su padre entre 1622 y 1628, precursor del Taj con incrustaciones exquisitas. Seguimos con la Tumba de Akbar en Sikandra, construida entre 1605 y 1613 por Jahangir, en 119 acres con mezcla de arenisca y mármol. Cerca, la tumba de su esposa Mariam-uz-Zamani. Terminamos en el Ashram de Madre Teresa, un toque de humanidad en medio de la grandeza.

Día 7: De Agra a Jhansi, Orchha y Khajuraho – Fortalezas en Islas y Ríos Sagrados
Tren a Jhansi, luego a Orchha, famosa por su palacio-fortaleza en una isla del río Betwa. El Rajmandir y Jahangir Mahal, con cúpulas bulbiformes y balcones gráciles, construidos en épocas diferentes. Orchha es un reino olvidado, lleno de leyendas de chivalría.

Continuamos a Khajuraho, alojándonos en el Clarks. Por la noche, un paseo por la ciudad con el representante de la agencia.
Día 8: Khajuraho y Vuelo a Benarés – Templos Eróticos y Ceremonias Nocturnas
Temprano, por el calor de 43º, visitamos los templos de Khajuraho, construidos entre 950 y 1150 por los reyes Chandela, famosos por esculturas eróticas que representan solo el 10% de las tallas totales. Templos como Kandariya Mahadev y Lakshmana son joyas.

Vuelo a Benarés (Varanasi), traslado al Costa River. Por la noche, la ceremonia Aarti al río Ganges, con lámparas de ghee ofrecidas a los dioses, acompañadas de canciones devocionales. Era un ritual hipnótico, donde el fuego bailaba con el agua.

Día 9: Benarés y Sarnath – Amaneceres en el Ganges y Raíces Budistas
A las 4:45, paseo en barco por el Ganges, viendo peregrinos purificarse. Los ghats crematorios, como Manikarnika, son sagrados; se cree que morir aquí libera del ciclo de reencarnación. El mito dice que Shiva frenó la caída del Ganges con sus rizos para no destruir la tierra. El río es vida y muerte, purificación eterna.

Fuimos a la Universidad de Varanasi, con sus avenidas arboladas, y al Templo Bharat Mata, inaugurado por Gandhi en 1936, con un mapa de mármol de India en relieve, simbolizando unidad de religiones. Luego, Sarnath, donde Buda dio su primer sermón en el siglo VI a.C., con ruinas como la Estupa Dhamekh y esculturas en el museo. Con 45º, volvimos al hotel a descansar.

Por la tarde, un tuk-tuk con Abdul nos llevó a los ghats. Vimos la ceremonia desde un ghat cercano, pasando por Aartis solitarias, hasta Manikarnika, donde hogueras ardían en la noche. Según la leyenda, partes del cuerpo de la diosa Shakti cayeron aquí, haciendo el sitio sagrado. Regresamos a las 10, exhaustos pero enriquecidos.
Día 10: Benarés a Delhi – Despedidas y Reflexiones
Desayuno y paseo por Varanasi con Abdul en tuk-tuk al barrio musulmán y los ghats derechos del Ganges. Vuelo a Delhi a las 20:00, cena de despedida con espectáculo, y vuelo de vuelta a Málaga vía Ámsterdam a las 3:40.

Amigos, este viaje fue más que sitios; fue un encuentro con el alma de India. Sus curiosidades, como los espejos que iluminan palacios o ríos que purifican almas, me marcaron para siempre. ¿Y vosotros, ¿habéis vivido algo similar? ¡Contadme!
