🚐✨ Sierra del Segura: Cómo perdernos entre cascadas y cervezas frías
🌄 Día 1: Llegada
Llegamos al Camping Río Mundo con esa mezcla de alivio y adrenalina que solo provoca navegar por carreteras serpenteantes con una caravana a cuestas. El lugar, enclavado junto al río, era un remanso de paz… hasta que descubrimos que la «instalación rápida» incluía desenredar cables más enredados que los recuerdos de un abuelo. Por la tarde, fuimos a Riópar Viejo, donde la Iglesia del Espíritu Santo (siglo XV) nos recibió con su techumbre mudéjar y un silencio solo roto por el rumor del viento entre las murallas árabes. Curiosidad macabra: el cementerio dentro del castillo. ¿Los antiguos habitantes querían descansar eternamente con vistas? ¡Eso sí es glamping medieval!
💦 Día 2: Los Chorros del Mundo (o cuando la naturaleza nos escupió literalmente)
Madrugamos como si fuéramos a ver el lanzamiento de un cohete. El nacimiento del Río Mundo no decepcionó: la cascada de 100 metros caía con la fuerza de una ducha divina (y casi nos lleva por delante).
Dato friki: el «reventón», un fenómeno único donde la cueva escupe agua como si fuera una ballena enfadada.
Consejo: si vas en temporada alta, ve pronto o acabarás aparcando en la próxima provincia. Después, Cotillas nos conquistó con su castillo en ruinas (el «de la Hiedra», nombre perfecto para una banda de folk) y sus callejuelas donde el tiempo parece haberse quedado a tomar un vino.
Almorzamos como lugareños: migas, embutidos y la certeza de que aquí jamás encontrarías un Starbucks.
🏰 Día 3: Torres que se pelean y pueblos colgados (o la ruta de los «¿esto está en Albacete?»)
Alcaraz fue una sorpresa: sus torres gemelas (la Trinidad y el Tardón) parecían dos nobles medievales midiéndose la barba. Frase memorable: «En Alcaraz, hasta las piedras tienen historias de conquistas… y probablemente alguna maldición».
Por la tarde, Yeste nos recibió con su castillo fronterizo (que vio pasar más batallas que un call center en rebajas) y el Valle del Tus, donde imaginamos a los antiguos moradores escondiéndose entre rocas.
Anecdota: intentamos hacer una foto épica con la caravana de fondo… y un burro nos robó el protagonismo.
🍻 Día 4: Letur, la perla escondida (y la cerveza que sabía a victoria)
Letur, declarado Conjunto Histórico-Artístico, era como pasear por un decorado de Juego de Tronos versión rural. Calles empedradas, fachadas con escudos y la sensación de que en cualquier esquina aparecería un caballero con armadura oxidada.
Tip viajero: si ves una puerta abierta, asómate. Detrás puede haber un patio lleno de geranios o una abuela haciendo tortas de gazpacho.
Por la tarde, paseo junto al río hasta Mesones, donde la cerveza fría sabía a gloria después de caminar bajo el sol. Confesión: compramos miel artesana y casi nos la acabamos antes de volver.
📜 Día 5: Infantes, molinos y el fantasma de Cervantes
Villanueva de los Infantes nos hipnotizó con su aire manchego y sus 250 escudos heráldicos (¿competían por el título de «Familia Más Fardona»?).
Aquí, según los estudios, estuvo el Lugar de la Mancha de Don Quijote. Reflexión: «Si los molinos de viento hablaran, nos contarían cómo un loco con bacía los hizo famosos».
Regresamos al camping con las pilas cargadas de paisajes, risas y esa certeza de que la Sierra del Segura es el secreto mejor guardado de España.
✍️ Lección final:
- Regatea con los puestos de miel (un «¿no me hace precio por ser tan simpático?» puede funcionar).
- Evita los monos… bueno, aquí no hay, pero en Letur los gatos callejeros tienen mirada de conquistadores.
- Pro tip: Si ves un cartel que dice «Ruta senderista fácil», sospecha. En la sierra, «fácil» significa «no necesitas crampones… pero casi».
«En la Sierra del Segura, el tiempo no pasa… se sienta a tomar una cerveza contigo». 🍺🌿
¿Listo para tu propia aventura en caravana? ¡Que no se te olvide el sacacorchos!
